miércoles, 10 de marzo de 2010

A Nanaqui




“Esta mañana, yo que todo he inventado
he comprendido por vez primera,
la diferencia existente entre una sensación
y un sentimiento.
En la sensación se toma lo que llega,
en el sentimiento se interviene”


(A Artaud)

El poeta obrero




Gritan al poeta:
“Quisiéramos verte al torno.
¿Los versos?
¡Bobadas!
Eso es para no dar el callo”.
Tal vez
para nosotros
el trabajo
es la tarea más afín.
Yo también soy fábrica,
aunque sin chimeneas,
pero quizá
sin ellas
se pasa peor.
Sé –
odiáis la palabrería.
Talar el alcornoque es vuestro quehacer.
¿Y nosotros?
¿No somos ebanistas?
Transformamos el alcornoque de las cabezas humanas.
Sin duda,
pescar es cosa distinguida.
Sacar la red
y en ellas el pescado.
Pero el trabajo del poeta es más delicado:
pesca a gentes, no a peces.
Enorme trabajo arder ante el horno,
el hierro rojo al rojo templar.
¿Pero quién
nos tilda de holgazanes?
Con la lima de la lengua desbastamos los cerebros.
¿Quién es más –el poeta
o el perito
que
da al hombre el bien material?
Iguales.
El corazón es otro motor.
El alma es otro ingenio.
Somos parejos.
Compañeros, dentro de la masa obrera.
Proletarios de cuerpo y alma.
Sólo juntos
hermoseamos el mundo
y lo impulsaremos con himnos.
Pondremos un dique a los chorros verbales.
¡A la obra!
El trabajo es vivo y nuevo.
Y los oradores ociosos.
¡Al molino!
¡Con los molineros!
A girar las muelas con el torrente de palabras.

Vladimir Mayakovski (1893-1930)