jueves, 14 de octubre de 2010

Éstas



son las semanas desoladas, oscuras

en las que la naturaleza iguala

en su aridez la estupidez del hombre.

-

El año se hunde en medio de la noche

y el corazón se hunde

más hondo que la noche

-

en un lugar vacío, surcado por los vientos

sin sol, luna o estrellas,

sino una luz particular como de un pensamiento

-

que hace crepitar un fuego oscuro –

tras arremolinarse sobre su propia llama,

en el aire glacial, se enciende

-

para hacer que un hombre se dé cuenta

de nada que ya sepa, ni siquiera la misma

soledad – ni siquiera un fantasma

-

podría concebirse– vaciedad,

desespero – (Pasan

silbando) entre

-

los fogonazos y el estruendo de la guerra;

casas en cuyos cuartos

hace un frío que excede lo pensable,

-

las personas que amábamos, ausentes,

las camas despobladas, los sillones

húmedos, y las sillas sin usar –

-

Hay que esconderlo en algún lado

fuera de la mente, que eche raíces

y que crezca, lejos de los oídos

-

y los ojos celosos – para sí.

En éste que yo tengo vienen a hurgarlo – todo.

¿Será éste el recibo por la música

-

más dulce? La fuente de poesía que

al ver que se paró el reloj declara:

el reloj se paró

-

¿ese que ayer andaba lo más bien?

y oye el rumor del agua del lago

que salpica – que ahora es piedra.

William S. Burroughs