viernes, 4 de marzo de 2011

Egon Schiele




Del erotismo como mística.
Egon Schiele en la Albertina de Viena


(...) Pero lo que de verdad importa, y ayuda a explicar a Schiele y a sus contemporáneos, es que ese vasto imperio comenzaba a caerse. Y sus grietas ya no eran disimulables. De esa inestabilidad por el cambio, y también de los múltiples presagios de un fin inminente, una destrucción, nace no sólo la obra de Schiele sino también la de sus contemporáneos como la poesía apocalíptica de Georg Trakl, las novelas de suelo inestable de Joseph Roth, que terminó alcohólico, trashumante y apátrida pues su país se esfumó en el gran trasiego de banderías y naciones dentro del inmenso negocio de los patriotismos, que conoció un auge extraordinario en la época, o la denuncia de la conversión del idioma alemán en el cartón piedra de frases hechas que no quieren decir nada, realizada por el periodista Karl Kraus en su periódico Die Fackel (La antorcha).
¿No les suena todo esto? Quizá es por ello por lo que Schiele es más y más contemporáneo. Porque fue uno de los que más contribuyó a cambiar los valores, y muchos de ellos son los nuestros y él fue uno de los primeros, como la mujer que pinta de frente, en avanzada gravidez, con el vientre tenso y convexo, y de gran belleza. O si se prefiere, de gran expresividad, un concepto que él ayudó a poner en primer plano, hasta el punto de introducir una consciente "fealdad" si ese era el precio de conseguirla. No por ello conviene unirlo a pintores que también se afanaban en buscarla, como los expresionistas, en una asociación fácil y típica de su época. Schiele comparte con ellos no pocos puntos, dicen los especialistas y cualquier observación sin ideas hechas, pero su estilo es demasiado consciente y refinado para asociarle con ellos.
Aunque quizá lo más de nuestro tiempo sea su mirada, siempre subjetiva y deseando serlo en la búsqueda obsesiva de una voz individual, tras una intensa e indisimulable influencia de Klimt, y siempre fragmentaria. Sus cuadros no quieren mostrar algo universal y exportable sino un momento. O si se prefiere, la verdad del momento efímero de alguien en particular. Y a menudo alguien que no se encuentra cómodo, ni siquiera centrado, sino en las esquinas del cuadro. (...)


Por Pedro Solera

http://www.letraslibres.com/index.php?art=11029