Imogen Cunningham © The Unmade Bed, 1957
(...) Atraída por la fotografía de desnudo, una de sus primeras imágenes fue un autorretrato donde aparecía desnuda sobre la hierba. Años más tarde retrató a su marido de la misma forma, pero por el puritanismo de aquella época y la controversia suscitada, tuvo que guardar los negativos durante 55 años, los cuales rescató dentro de su afán por organizar su archivo fotográfico cuando contaba ya con más de 80 años de edad.
En su fotografía más comercial, trabajó para Vanity Fair así como en varios rodajes de Hollywood donde fotografió a muchos de los actores del momento. También viajó a Nueva York donde aparte de conocer a Alfred Stieglitz, tomó una serie de instantáneas robadas en Manhattan. Y en 1956, cuando tenía nada más y nada menos que 73 años, el MOMA le dedicó una exposición que la puso de nuevo en el candelero fotográfico. (...)
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