(...) –Robert está aquí para contarnos
eso—St. Petersburgo Florida los abueletes pensionistas en un banco de la
bulliciosa calle principal apoyándose en sus bastones y hablando sobre
la seguridad social y una increíble mujer (creo) Semínola medio negra
tirando de su cigarrillo con sus propios pensamientos, una imagen tan
pura como el más hermoso solo de tenor de jazz...
Una imagen tan americana—las caras no manipulan ni critican ni dicen
nada excepto “Así es como somos en la vida real y si no te gusta no me
importan ‘porque vivo mi vida a mi manera y que Dios nos bendiga a
todos, tal vez”... “”si se merece”... (...)
(...) Robert Frank, suizo, discreto,
amable, con esa pequeña cámara, que levanta y dispara con una mano se
tragó un triste poema desde la misma América y lo pasó a película,
haciéndose un sitio entre los grandes poetas trágicos del mundo.
A Robert Frank ahora le doy un mensaje: Tienes ojos.Y digo: Esa pequeña vieja solitaria ascensorista que mira hacia arriba suspirando en un ascensor lleno de demonios borrosos, ¿cómo se llama? ¿dónde vive? ...
Prólogo de Jack Kerouac
Traducción de Marcos Canteli [texto de introducción al catálogo Los americanos del fotógrafo suizo Robert Frank.
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