sábado, 1 de mayo de 2010

Dylan Thomas y las dos mujeres de su vida



A otros que a ti

Amigo, enemigo te grito.
Tú con la mala moneda en tu bolso,
tú, mi amigo, con aire triunfador
que palmeabas la mentira en mí, cuando atrevido mirabas
dentro de mi más tímido secreto,
tentado con guiñadas brevísimas del ojo
hasta que el diente dulce de mi amor mordiera en seco,
limado al fin y tambaleando succioné,
a quien ahora ruego que se detenga como un ladrón
en la memoria labrada por espejos,
con un acto sonriente sin olvido posible,
rapidez de la mano en el guante de seda
y bajo tu martillo todo mi corazón,
fuiste una vez aquella criatura tan alegre, tan franca
íntimo amigo que nada me pedía
que no creí jamás defraudar ni creer
mientras desplazabas una verdad en el aire.
que aún cuando los amé por sus defectos
tanto como por sus virtudes
mis amigos fueron enemigos con zancos
que hundían sus cabezas en una nube artera.

Versión de Elizabeth Azcona Cranwell

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