sábado, 20 de agosto de 2011
Nicolas Ray 100
(...) Fue durante la década de los años cincuenta cuando la felicidad del sueño americano se materializaba en la clase media acomodada. La insatisfacción era la marca de la casa para muchos americanos que entraban en conflicto sin ser conscientes. El director sabe aprovecharse de esta situación para plantear el desaliento de una generación que lo tenía todo para ser feliz, pero que no ha sabido aprovecharse de las circunstancias.
Resulta peligroso acosar a los jóvenes, mejor dicho adolescentes, por su tendencia a no ver más allá de sus propias narices. El egoísmo propicia una agria aptitud que se manifiesta en Jim Stark (James Dean) como el reflejo de una parte de la sociedad que se siente inadaptada ante las expectativas generadas por la misa. De los tres protagonistas de Rebeldes sin causa, ninguno muestra evidencias de vivir bajo la sospecha de la pobreza, la marginación o de la desestructuración familiar, son jóvenes con problemas de comprensión.
(...)Ahora más que nunca, visto desde la perspectiva temporal precisa, sabemos que Rebelde sin causa no es sólo uno película, ni tan siquiera una forma moderna de mirar al cine norteamericano, es ante todo la tentativa de instaurar unos modelos de vida alejados de los discursos burgueses de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial empeñados en hacer olvidar la lucha armada. Los años cincuenta son ante todo tiempos de inconformismo, de lucha y reivindicación por encajar en una sociedad ensimismada en el individualismo del incipiente neoliberalismo de finales de siglo.
Nicholas Ray consiguió realizar un documento social excepcional de aquello que precisamente no hablaban los propios ciudadanos americanos. Las tensiones generacionales se recogen con una viveza extraordinaria quedando al descubierto lo que en los sesenta fue el principio de la contracultura, me refiero a Kennedy, Martin Luther King o la ampliación de los derechos civiles. Es por ello, que Rebelde sin causa es el grito silencioso desperado de una generación que se opuso al establishment en los sesenta. James Dean, Natalie Wood y Sal Mineo son los jóvenes que encarnaron la rebeldía de unos tiempos que corrían a su favor sin saberlo. Hay luz en la oscuridad, solamente hay que verlo.
Ángel Román +INFO
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