miércoles, 18 de diciembre de 2013

Bruce Davidson

Brooklyn, New York. 1959. Brooklyn Gang.

"Salí con algo más que fotos" 

La zona en la que trabajó a finales de los años sesenta era señalada como una de las peores de toda la ciudad de Nueva York, pero Davidson salió convencido de que esta opinión no era justa. "No creo que importe por qué o cómo llegué a East 100th Street... Me permitieron entrar en una forma de vida y experimentarla. Salí de allí con algo mucho más valioso que las fotografías. Aprendí a ver la vida de otra forma", declaró tras el final del trabajo. Estos retratos se alejan de las fotos 'robadas' de muchos de sus contemporáneos La colección de fotos que se expone en Boston es una panóramica humana —abundan los retratos o las imágenes de ambiente—, con gran presencia de parejas de todas las razas y edades, familias y niños. "Las fotos de Davidson de los vecinos de Harlem, captados en sus casas o en la calle, siempre remarcan la humanidad e individualidad de las personas. Trabajando con una cámara de gran formato, estos retratos se alejan de las fotos robadas de muchos de sus contemporáneos que usaban película de 135 milímetros", señala Karen Haas, la comisaria de la muestra


ÁNXEL GROVE

Artículo completo en 20 minutos.es

martes, 17 de diciembre de 2013

Gjon Mili


(...) Uno de los fotógrafos pioneros en la la técnica de los dibujos de luz en el mundo anglosajón fue el estadounidense, de origen albanés, Gjon Mili. Aunque ingeniero, Mili se formó de forma autodidacta en la fotografía, colaboró desde entonces con la revista Life y experimentó con iluminación y fotografías de larga exposición, realizando diferentes estudio sobre el movimiento, empleando en muchos casos instrumentos estroboscópicos. Fue en el año 1949 cuando Gjon Mili visitó, en el sur de Francia, al artista español Pablo Picasso. En aquel encuentro el fotógrafo de Life mostró al cocreador del cubismo las fotografías de unos patinadores sobre hielo, con pequeñas luces ubicadas sus patines, saltando en la oscuridad; y la avidez de Picasso por crear hicieron el resto. (...)

Toni Castillo


CURIOSISMO



lunes, 16 de diciembre de 2013

Mosaico de memorias (fragmento artículo de PUBLIO LÓPEZ MONDÉJAR )

                    Pío Baroja paseando por El Retiro | Nicolas Muller | 1950 

 (...) En España, el reflejo de la fotografía en la literatura fue más tardío y menos profundo. Mientras que en otros países, especialmente en Francia y Estados Unidos, se han conservado miles de daguerrotipos escénicos, resulta desalentadora su ausencia en los archivos públicos y privados españoles. Algo que lamentaba en su día Gustavo Adolfo Bécquer, que no podía entender este general desapego oficial por la fotografía. Aparte de estas alusiones de Bécquer, poco más puede hallarse entre los textos de los escritores españoles del diecinueve; como mucho, alguna rara mención, y como al vuelo, por parte de Pérez Galdós (El audaz, 1871; Recuerdos de Madrid, 1866; Misericordia, 1897), Emilia Pardo Bazán (Un viaje de novios, 1881), José María de Pereda (Pedro Sánchez, 1883), el padre Coloma (Pequeñeces, 1890), Pedro Antonio de Alarcón (Poemas a Daguerre, 1870), un artículo de prensa de Pi y Margall (1859), y algún texto suelto de escritores costumbristas, como Antonio Flores y Mesonero Romanos. Don Benito Pérez Galdós constituye una ilustre excepción. En 1851 terció en la polémica entre los fotógrafos y algunos puristas, que percibían la fotografía como una amenaza para la pintura. “Se asegura que la fotografía está a punto de matar a la pintura —escribió—. No lo creemos. Matará al retrato al óleo, pero el arte permanecerá vivo en sus formas esenciales. Permanecerá mientras en el alma exista un sentimiento”. Entre los escritores del 98 y del 14, el desinterés por la fotografía fue casi general. Unamuno, que en el ámbito de lo teórico se atrevió con todo, no dudó en dar su opinión sobre la “trivialidad de la imagen fotográfica”, y sobre la remota posibilidad de que el lenguaje fotográfico pudiese alguna vez instalarse en las ciudadelas del arte. Para él, unas veces era la fotografía “un arte admirable”, y un minuto después hablaba de la “vulgar fotografía”, que “solo sirve para los parientes del retratado”. Azorín, más que por la fotografía, mostró una apreciable atención por los fotógrafos, por sus viejos y melancólicos estudios. Pío Baroja, que no fue persona que se llevase bien con su imagen, no ocultó nunca su desprecio por la fotografía, un lenguaje que, como el cine, nunca le interesó. “De un aparato mecánico —escribió—, no podrá salir nunca la impresión de una cosa viva”. Gómez de la Serna fue todo lo contrario, aunque hablando de fotografía —y habló mucho—, pocas veces pasó de la finta dialéctica, del relámpago verbal. Quizás sus palabras más hermosas fueron las que dedicó a los retratos abandonados en el Rastro y las librerías de lance: “Estas fotografías tienen más enconada sordidez que otras —escribió—. Son más desconocidas, de muertos completamente perdidos de toda memoria humana. Un sentimiento inconsolable nos clava a estas imágenes, ya que es tremendo su desamparo”. Tuvimos que esperar hasta el ecuador del siglo XX para encontrar estas consideraciones de Josep Pla, sobre el carácter supuestamente artístico de la fotografía. “Arte y oficio son inseparables. Es un error completo creer que el oficio es una actividad puramente pasiva o maquinal, sin intervención alguna de la inteligencia y de la sensibilidad. A mí me parece todo lo contrario”. La fotografía, pensaba Pla, debe suscitar inmediatamente en la gente una propensión a la “afinidad colectiva, a la emoción, a la sorpresa”. Se refería, naturalmente, a la gente del procomún, a las personas sencillas y alejadas de toda pretensión. “Fotografías —insistía—, que nada tienen que ver con lo que se llama hoy fotografía artística, género infecto en este oficio, fotografías inventadas, generalmente trucadas, realizadas a base del golpe pretendidamente genial”. (...)


Artículo completo en la revista Mercurio (La fundación)

viernes, 13 de diciembre de 2013

Osvaldo Salas 1914-1992

  Osvaldo Salas, Che fumando, 1964


 Osvaldo Salas (La Habana, 1914-1992) es uno de los fotógrafos que, junto a Korda, Corrales y otros, documentaron la toma del poder por Fidel Castro y los años posteriores, y que acuñaron lo que se ha dado en llamar la “épica de la revolución cubana”. Se traslada con sus padres a Nueva York en 1928. Allí trabaja como mecánico y soldador hasta 1949. En el 50 abre un estudio fotográfico frente al Madison Square Garden. Hace retratos a Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor, Sara Montiel, Imperio Argentina, Joe DiMaggio, y Rocky Marciano, entre otras celebridades del cine y del deporte de la época. En 1955 retrata a Fidel Castro y las actividades del Movimiento 26 de julio en N.Y. para la revista cubana Bohemia. Cuando triunfa la revolución regresa a Cuba trabajando en el diario Revolución. Cubre los viajes de Fidel a Venezuela y Estados Unidos y los hechos más importantes que acontecen en el país. Fue fundador del diario Gramma. Presentamos su obra, en copias de época, relacionada con la revolución, la música, la danza, el cine, el espectáculo del Tropicana y celebridades que como Hemingway le abrían las puertas de su casa. Sus obras se han expuesto en América y Europa. Sus fotografías están ya en el imaginario colectivo creado en torno a Cuba por los fotógrafos de su generación.

http://www.fotoencuentros.es/10/eventos/osvaldosalas.php

jueves, 12 de diciembre de 2013

Alberto Korda 1928-2001

EL CHE INÉDITO (2/9/2008)El Che inédito. Una de las imágenes del libro Conocido Desconocido, que La Fábrica Editorial ha publicado con imágenes inéditas de la Revolución Cubana tomadas por el fotógrafo Alberto Korda, autor de la legendaria foto del Che Guevara. (Alberto Korda / La Fábrica Editorial)

FRAGMENTO ENTREVISTA

(...)
—Dijo Gabriel García Márquez, en una ocasión, que los fotógrafos son una especie de videntes, de médium entre la realidad y su imagen. Hábleme de esa otra dimensión del ojo humano con la que no todos nacemos.

 Como me paso la vida haciendo exposiciones por el mundo, también me paso la vida dando charlas y conferencias. Recientemente estuve en Baltimore, Estados Unidos, y allí me reuní con un grupo de estudiantes de Artes Plásticas. Ellos comenzaron a preguntar que si tal cámara era buena o tal lente mejor, que si tal marca de papel o de revelado, ¡en fin..! Y yo los dejé que hablaran. Al final les dije: “Pero nada de eso es importante para hacer una fotografía si no siguen una máxima fundamental. Hay un libro de un francés llamado Antoine Saint Exupéry, El Pequeño Príncipe, en el que un personaje le dice a otro: “Solo se ve con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.” Y eso, precisamente, es hacer fotografía. (...)




miércoles, 11 de diciembre de 2013

David Octavius Hill y Robert Adamson

Hill & Adamson. Retrato de James Linton, Newhaven 1845. Calotipo. (Col. Fernández Rivero)


Los calotipos realizados por los fotógrafos David Octavius Hill y Robert Adamson son objetos míticos en la historia de la fotografía y foco de atención y admiración casi 170 años después de su realización. Sus imágenes obtenidas a través del procedimiento creado por Henry Fox Talbot en 1841 utilizando negativos de papel, producen una imagen positiva en la que los perfiles quedan difuminados, aportando un caracter pictoralista a sus fotografías. Hill & Adamson coinciden en la ciudad de Edimburgo, el primero como reputado pintor y el segundo como un joven fotógrafo que acaba de establecerse. Pero su asociación tuvo desde sus inicios un objeto poco habitual entre los fotógrafos pioneros de la década de 1840, en principio se propusieron retratar masivamente a más de 500 miembros de la Iglesia libre de Escocia, pero acabaron ampliando sus intereses e incluyeron en sus retratos personajes populares y gentes en su propio ambiente, con una producción que se estima en unas 3000 fotografías realizadas en un corto periodo, ya que Adamson murió a los 27 años en 1848. Su trabajo sobre los habitantes del pueblo pesquero de New-Haven, unas 120 fotografías, es considerado como el primer reportaje fotográfico de la historia, los rudos pescadores de ostras y sus familias posan con toda naturaliad ante la cámara de Adamson, a plena luz y sin los artificios requeridos para un retrato al daguerrotipo, con un tiempo de exposición de 1 a 2 minutos.

martes, 10 de diciembre de 2013

August Sander 1876-1964

© Die Photographische Sammlung/SK Stiftung Kultur - August Sander Archiv, Cologne; DACS, London, 2013. 


(...) Después de la Primera Guerra Mundial, su actividad profesional se orienta a la toma de fotografías para el carnet de identidad. Se interesa por el arte moderno y adquiere consciencia de lo que representa el proyecto iniciado en Westerwald. A partir de ese momento amplía su visión, retratando personas de todas las clases sociales y ocupaciones. Alemania entera va pasando por delante de su objetivo. Su planteamiento es retratar a cada individuo como tal, al tiempo que lo sitúa dentro de la sociedad de su tiempo. Sander no indica nunca el nombre de la persona fotografiada, pero sí señala su oficio. Con esta forma de trabajar da un carácter universal a su obra. (...)

(...) En los años 30 y con la ascensión de los nazis al poder, su obra es objeto de persecución. Así, el libro citado es retirado de las librerías y su archivo confiscado. Sander muestra a sus compatriotas (incluídos los nazis) tal como son, no glorifica la raza aria. Con ello no sólamente se opone a la propaganda totalitaria, sino que en la práctica la denuncia.   (...)

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 TATE