La ley innata de cada uno es totalmente diferente, es una forma de reivindicar lo de siempre, la individualidad de cada uno, la manera de ser de cada uno.
Concreté la fecha de mi muerte con Satán. Le engañé y ahora no hay quien me pare, ya los pies. Razonar es siempre tan difícil para mí. Qué más da si al final todo me sale siempre bien, del revés. Nací un buen día, mi madre no era virgen no vino el rey, tampoco me importó hago milagros, convierto el agua en vino me resucito si me hago un canutito. Soy Evaristo, el rey de la baraja vivo entre rejas, antes era chapista los mercaderes ocuparon mi templo y me aplicaron ley antiterrorista. ¿Cuánto más necesito para ser yo, yo, yo? ¿Cuánto más necesito convencer? ¿Cuánto más necesito para ser yo, yo, yo? ¿Cuánto más necesito convencer? Y perdí la cuenta de las veces que te amé. Desquicié tu vida por ponerla junto a mí. Vomité mi alma en cada verso que te dí ¿qué te di? Olvidé me quedan tantas cosas que decir ¿qué decir? Por conocer a cuantos se margina un día me vi metido en la heroína aún hubo más, menuda pesadilla crucificado a base de pastillas Soy Evaristo, el rey de la baraja vivo entre rejas, antes era chapista los mercaderes ocuparon mi templo y me aplicaron ley antiterrorista. ¿Cuánto más necesito para ser yo, yo, yo? ¿Cuánto más necesito convencer? ¿Cuánto más necesito para ser yo, yo, yo? ¿Cuánto más necesito convencer?
"El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor".
Buda nos instó a que no siguiéramos ciegamente las tradiciones, la información, los rumores, las opiniones, las especulaciones o la autoridad de unos textos religiosos; sino que, por el contrario, viéramos y conociéramos por nosotros mismos la Verdad y que la adoptáramos. También nos instó a que viéramos y conociéramos por nosotros mismos lo que es pernicioso y divisivo, y que lo abandonáramos.
Siempre hizo hincapié en el ver y en el conocer, y no en el divagar, especular y creer.
"Las riquezas no consisten tanto en la posesión de los bienes como en el uso que de ellos se hace."
(460 a.C.-370 a.C.). Nació en Abdera, Tracia. Filósofo griego que desarrolló la “teoría atómica del universo”, concebida por su mentor, el filósofo Leucipo. Escribió numerosas obras, pero sólo perduran escasos fragmentos. Según la teoría atómica de la materia de Demócrito, todas las cosas están compuestas de diminutas, invisibles e indestructibles partículas de materia pura (en griego atoma, 'indivisible'), que se mueven en un infinito espacio vacío (en griego kenon, 'el vacío') por la eternidad. Aunque los átomos estén hechos de la misma materia, difieren en forma, medida, peso, secuencia y posición. Las diferencias cualitativas en lo que los sentidos perciben y el origen, el deterioro y la desaparición de las cosas no son el resultado de las características inherentes a los átomos, sino de las disposiciones cuantitativas de los mismos. También escribió sobre ética, proponiendo la felicidad, o 'alegría', como el mayor bien —una condición que se logra a través de la moderación, la tranquilidad y la liberación de los miedos.
(...) Nació en El Bronx, en la ciudad de Nueva York el 26 de julio de 1928. Su familia tenía antecedentes rumanos y húngaros. Desde temprana edad desarrollo una gran pasión por el jazz, el ajedrez y la fotografía. Su sueño era ser batería en un grupo de jazz y llegó a jugar al ajedrez por dinero en los clubs de Marshal y Manhattan y en el parque de Washington Square en Greenwich Village. Pese a su patente inteligencia, sus notas eran bastante malas. (...) (...) A 17 años de edad entró a trabajar para la revista Look como fotógrafo. Llegó a conseguir gran prestigio y ser de los mejor pagados. Una de sus fotos, un vendedor de periódicos entristecido por la muerte del presidente Rooselvet y rodeado de los diarios que anunciaban el suceso fue portada y le dio fama mundial en abril de 1945. Trabajó allí durante varios años y viajó por toda América. Aquellos viajes potenciaron su afán de conocimiento y acabó asistiendo de oyente a la Universidad de Columbia, supervisando las clases que daban Lionel Trilling, Mark Van Doren, y Moses Hadas. No se perdía ninguna película de las proyectadas en el Museo de Arte Moderno (MOMA). De allí obtuvo gran parte de las referencias que usó para sus películas, basándose sobre todo en las malas, de las que decía que él podía hacerlo mejor. Uno de los directores que más le impresionó por sus movimientos de cámara y laberínticos decorados fue Max Ophüls, alemán exiliado en Francia.
Una conversación con un antiguo compañero de estudios que trabajaba para el noticiario The Mach of Time le enfiló hacia el cine. Este le comentó que un corto salía por unos 40.000 dólares. Kubrick estimó que podía hacerlo por 1.500 si se encargaba de todos los procesos técnicos y se lanzó a ello. En 1951 rueda su primer cortometraje, Days of the Fight, que narra la vida de un boxeador en un día. El costó final fue de 3.900, pero consiguió vendérselo a la RKO por 4.000. Así logró que se exhibiera públicamente, lo que le llenó de satisfacción. Seguidamente rueda Flying Padre. Con el dinero que tiene ahorrado, más un préstamo de diez mil dólares rueda un film independiente, Fear and Desire (1953), en el que sigue firmando todos los apartados técnicos: director de fotografía, montaje, guión, producción y realización. Del mismo modo realiza El beso del asesino (1955), una película de tema policíaco. Posteriormente llegó a renegar de esta etapa, siendo muy difícil poder verse hoy en día estos filmes. (...)
(...) En un minuto hay tiempo Para decisiones y revisiones que en un minuto se revertirán. Porque yo los he conocido a todos, todos ellos: He compartido las mañanas, las tardes, las noches, He repartido mi vida con cucharillas de café; Conozco las voces que mueren con una caída agonizante Apagándose bajo la música de fondo del otro cuarto. Entonces, ¿como atreverme? Ya he visto los ojos, todos ellos - Esos ojos que te encasillan en una frase hecha, Y cuando estoy encasillado, me atraviesan con un alfiler, Y cuando ya estoy colgado y despatarrado en la pared, ¿Cómo empezar a escupir las colillas de mis días y caminos? Y entonces ¿cómo atreverse? (...)